La hostelería es mucho más que un negocio para nosotros: es un estilo de vida. Es ese sentimiento de calidez, conexión y el placer de compartir una comida hecha con el corazón y el alma.

Por eso, en 2015 abrimos nuestro primer restaurante a orillas del lago Balaton, conocido cariñosamente como el mar de los húngaros. Fue allí donde comenzamos a construir nuestra filosofía: ser el puente entre los productores locales y la mesa del comensal. Creemos en servir comida auténtica, fresca y cargada de la esencia de la tierra.

El año pasado, cuando decidimos hacer de España nuestro nuevo hogar, teníamos claro que queríamos seguir con esta misma filosofía. Nuestra misión es sencilla: crear un espacio donde los comensales puedan disfrutar del sabor casero mientras celebran lo mejor de los ingredientes locales.

Trabajamos bajo el concepto KM0, lo que significa que no utilizamos productos congelados ni ultraprocesados. En su lugar, apostamos por ingredientes frescos y de calidad, directamente de los productores locales, asegurando que cada plato cuente una historia de autenticidad.

Nuestro objetivo es hacer que cada comensal se sienta como en casa, creando momentos que alimentan tanto el cuerpo como el alma.